El inglés Lewis Hamilton (Mercedes), séxtuple campeón del mundo, que el pasado domingo reforzó su liderato en el Mundial de Fórmula Uno al ganar en Bélgica, entrará triunfal en Monza, el santuario de Ferrari; sede, este fin de semana, del Gran Premio de Italia, el octavo del certamen. En plena crisis de la escudería más laureada de la historia.
Hamilton, que este año aspira a igualar los siete títulos que hasta la fecha sólo capturó el alemán Michael Schumacher, logró el pasado fin de semana su quinto triunfo del año, el octogésimo noveno en la F1, que lo sitúa a sólo dos del otro gran récord histórico del 'Kaiser'. Ganó por cuarta vez en Spa-Francorchamps; donde, aparte del enorme dominio del inglés y de su Mercedes, se evidenció el descalabro de la 'Scuderia', que salió de Las Árdenas sin puntos, después de que el alemán Sebastian Vettel acabase decimotercero, un puesto por delante de su compañero monegasco Charles Leclerc.
Ese nefasto resultado no llegó por circunstancias de carrera. Se produjo porque el coche "no da más de sí", según explicó tras la prueba Vettel -cuádruple campeón mundial (2010-13, con Red Bull)-; con un motor sin potencia y tras completar un fin de semana de pesadilla para un equipo sin el cuál no tendría sentido la F1.
Su jefe de equipo, el italiano de origen suizo Mattia Binotto, prefiere no hablar de crisis.
Pero, sin previsión de inmediata mejora -Monza es una pista de menor carga aerodinámica aún que Spa-, a Ferrari no le vendrá nada mal que, a causa de la pandemia, la prueba se dispute a puerta 'casi' cerrada, por primera vez este año (entrarán 250 médicos y sanitarios, que recibirán de esta forma un merecido homenaje por su labor durante los momentos más difíciles de la pandemia).
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